Alejandra Pizarnik
(Buenos Aires, 1936 - id., 1972) Poetisa argentina. Su obra poética, que se inscribe en la corriente neosurrealista, manifiesta un espíritu de rebeldía que linda con el autoaniquilamiento. Entre sus títulos más destacados figuran La tierra más ajena (1955), Árbol de Diana (1962) y Extracción de la piedra de locura (1968).
Alejandra Pizarnik
Alejandra Pizarnik nació en el seno de una familia de inmigrantes rusos que perdió su apellido original, Pozharnik, al instalarse en Argentina. Después de cursar estudios de filosofía y periodismo, que no terminó, Pizarnik comenzó su formación artística de la mano del pintor surrealista Juan Batlle Planas. Entre 1960 y 1964 vivió en París, donde trabajó para la revista Cuadernos, realizó traducciones y críticas literarias y prosiguió su formación en la prestigiosa universidad de La Sorbona; formó parte asimismo del comité de colaboradores extranjeros de Les Lettres Nouvelles y de otras revistas europeas y latinoamericanas. Durante sus años en Francia comenzó su amistad con el escritor Julio Cortázar y con el poeta mexicano Octavio Paz, que escribió el prólogo de su libro de poemas Árbol de Diana (1962).
De regreso a Argentina publicó algunas de sus obras más destacadas; su valía se vio reconocida con la concesión de las prestigiosas becas Guggenheim (1969) y Fullbright (1971), que sin embargo no llegó a completar. Los últimos años de su vida estuvieron marcados por serias crisis depresivas que la llevaron a intentar suicidarse en varias ocasiones. Pasó sus últimos meses internada en un centro psiquiátrico bonaerense; el 25 de septiembre de 1972, en el transcurso de un fin de semana de permiso que pasó en su casa, terminó con su vida con una sobredosis de seconal sódico. Tenía 36 años.
Había publicado sus primeros libros en los cincuenta, pero sólo a partir de Árbol de Diana (1962), Los trabajos y las noches (1965) y Extracción de la piedra de la locura (1968), encontró Alejandra Pizarnik su tono más personal, tributario al mismo tiempo del automatismo surrealista y de la voluntad de exactitud racional. En esa tensión se mueven estos poemas deliberadamente carentes de énfasis y muchas veces hasta carentes de forma, como anotaciones alusivas y herméticas de un diario personal. Su poesía, siempre intensa, a veces lúdica y a veces visionaria, se caracterizó por la libertad y la autonomía creativa.
Su obra lírica comprende siete poemarios: La tierra más ajena (1955), La última inocencia (1956), Las aventuras perdidas (1958), Árbol de Diana (1962), Los trabajos y las noches (1965), Extracción de la piedra de locura (1968) y El infierno musical (1971). Después de su muerte se prepararon distintas ediciones de sus obras, entre las que destaca Textos de sombra y últimos poemas (1982), que incluye la obra teatral Los poseídos entre lilas y la novela La bucanera de Pernambuco o Hilda la polígrafa. También póstumamente fue reeditado el conjunto de sus textos en el volumen Obras completas (1994); sus cartas quedaron recogidas en Correspondencia (1998).
"merece un amor menos salvaje y temible e inútil que el tuyo."
"Cúrame de tus ojos que merecen un amor más articulado y bello que el que no me deja respirar en estos instantes."
Sábado, 18 de agosto [1962]
[…]
¿Qué soledad es ésta, llena de otro, con sus ojos y sus manos y sus cabellos poblando la aparente soledad de tu noche? Estás sola, escribiendo. Pero no estás sola. Aventura mágica, atroz. Ni siquiera escribes para ti. Su ausencia es un pretexto para que tú lo ames como quieras en esta habitación desolada en ruinas. Si viniera una sola vez, si una sola vez estuviera junto a ti, hablando de cosas posibles de ver y de tocar, tú no amarías de esta manera acabada y perfecta. Pero como no viene estás atada —cuerdas entre sus ojos y los míos, entre sus manos y las mías, entre su sexo y el mío— su persona maravillosa que siempre ves delante de un resplandor penoso y lo ves perfectamente y lo amas y sabes que cuando sonría a miles de kilómetros en algún sitio lleno de humo y de música, el rostro de quien está con él se esfumará y será el negativo de una fotografía porque en verdad te sonríe a ti —su sonrisa atraviesa paredes y distancias (estás retribuyéndole la sonrisa mientras escribes, mientras le escribes)—, y te preguntas cómo podrás mirar sus ojos cerca del mar y qué le dirás, porque habrá otra gente entre tú y él y tú sabrás o no sabrás ocultar tu delirio por su mirada que merece un amor menos salvaje y temible e inútil que el tuyo. Porque puede calcular sus respuestas verbales o físicas en la soledad de tu cuarto, puedes amarlo u odiarlo en la desierta extensión de tu amor sin desenlace, pero no puedes predecir sus miradas, sus sonrisas, sus ademanes de placer o de disgusto cuando lo mires con tus ojos heroicos y harapientos. A veces quisieras construirle un palacio con las piedras que arrancarías con las manos llenas de sangre de los lugares más bellos y lejanos y a veces quisieras insultarlo a los gritos y bailar sobre su cadáver y decirle: “Si estuvieras muerto escupiría tus ojos, aun muerto te insultaría y te golpearía porque me has dejado tanto tiempo sola, debajo de una alcantarilla, amándote perversamente en lo más bajo de una soledad grotesca y pestilente, hecha de tu cuerpo invisible y de mi deseo por ti que sólo morirá conmigo”. Aun así, te amaré y me arrojaré sobre ti, te obligaré a todas las posturas posibles e imposibles de un acto amoroso que necesitará cumplirse, aquí abajo o en donde quieran, pero que se realizará por designio mágico, porque hasta un idiota como quien te ama comprende que en este mundo inmundo tanto deseo ha de cumplirse, en la tierra o en el cielo, según sea tu voluntad, amor mío. Pero no dejes que te odie: pensar en ti con odio es respirar agujas oxidadas. Cúrame de ti. Cúrame de tus ojos que merecen un amor más articulado y bello que el que no me deja respirar en estos instantes. Déjame llorar en tu hombro, acaríciame la cara, ruégame que sea sana y prudente y sensata y sálvame de mi locura por ti. Esto es fácil de pedir, así, por escrito. Pero tú nunca me leerás. Por eso, cuando me veas, dentro de unos días, hostil enemiga o demasiado servil o huyendo de ti para irme con otro en la noche de las sustituciones, tienes que saber que lo hago por ti, porque apenas conozco tu lengua y no sabría hallar las palabras que te [dijeran] informaran que vives en mí y mueres conmigo, cada noche. Y aunque hablara tu lengua, aunque tú hablaras la mía, los dos sabemos que no se trata de gramática ni de riqueza de vocabulario. Lo que nos sucede está tan lejos que achacar a la lengua lo que no sería posible decir en ninguna es una cosa risible, digna de quien está en un estado vertiginoso y apremiante como yo. Y cuánto me hace querer morir la sospecha de que me llorarás. Y estar en agonía, llamándote, y que vengas —quién se niega a tu último llamado; no tú, con tu bondad sin límites—, y que vengas a comprobar mi amor absoluto, cifrado en tu nombre que pronunciaría como una santa el de Dios. Y tú me besas —por una vez— y me hablas con tu voz que no imagino cerca del mar. Pero no es así; mi cuerpo es joven, ingenuamente sano, y mi sexo se abre y se cierra, aletea infinitamente como una paloma petrificada en el momento del arrullo que así se quedó y lo emite para siempre. Angustia del sexo abriéndose y cerrándose a la espera del tuyo que no vendrá, labios funestos que no dejan de susurrar su clamor fálico. A veces me toco, cierro los ojos y me digo: Es tu mano. Imposible el orgasmo a larga distancia. Quiero lo tuyo y lo digo. No me consuelan los otros, nadie me consolará nunca. Quiero tu sexo y lo digo, quiero dormir contigo y lo digo. Quiero hundirme en tu abrazo —una sola vez siquiera— y gemir al unísono contigo, mi lengua en la tuya, en el silencio de la noche que ya no será noche sino una isla de perfumes y delicias apenas soportables en las que necesitaré de toda mi inocencia y de toda mi perversidad y de un coraje inaudito para sobrellevar tanta dicha —que no sé imaginar pero que será (lo presiento) infinitamente más terrible que tu ausencia de ahora, que mi angustia de ahora, en esta noche en que te amo tanto y en que te odio porque no vienes.
1. Éstas son las versiones que nos propone: un agujero, una pared que tiembla...
2. Cuídate de mí, amor mío.
3. Danzando como palabras en la boca del mudo.
4. Ella tiene miedo de no saber nombrar lo que no existe.
5. Muere de muerte lejana la que ama al viento.
6. Memoria iluminada, galería donde vaga la sombra de lo que espero.
7. Estas palabras como piedras preciosas.
8. Yo y la que fui nos sentamos en el umbral de mi mirada.
9. Su despertar de mano repirando, de flor que se abre al viento.
10. Explicar con palabras de este mundo que partió de mí un barco llevándome.
11. Miedo de ser dos.
12. Alguien en mí dormido me come y me bebe.
13. Extraño no ejercer más oficio de recién llegada.
14. Has terminado sola lo que nadie comenzó.
15. Como un poema enterado del silencio de las cosas hablas para no verme.
16. Cuando vea los ojos que tengo en los míos tatuados.
17. Dice que el amor es muerte es miedo.
18. Dice que la muerte es miedo es amor.
19. Una mirada desde la alcantarilla puede ser una visión del mundo.
20. La rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos.
21. Un agujero en la noche súbitamente invadido por un ángel.
22. Alguna vez me iré sin quedarme. Me iré como quien se va.
23. La pequeña viajera moría explicando su muerte.
24. Más allá de cualquier zona prohibida hay un espejo para nuestra triste transparencia.
25. Este canto me desmiente, me amordaza.
"Señor La jaula se ha vuelto pájaro y ha devorado mis esperanzas" |
El despertar
a León Ostrov
Señor
la jaula se ha vuelto pájaro
y se ha volado
y mi corazón está loco
porque aúlla a la muerte
y sonríe detrás del viento
a mis delirios
Qué haré con el miedo
Qué haré con el miedo
Ya no baila la luz en mi sonrisa
ni las estaciones queman palomas en mis ideas
Mis manos se han desnudado
y se han ido donde la muerte
enseña a vivir a los muertos
Señor
el aire me castiga el ser
Detrás del aire hay monstruos
que beben de mi sangre
Es el desastre
Es la hora del vacío no vacío
Es el instante de poner cerrojo a los labios
oír a los condenados gritar
contemplar a cada uno de mis nombres
ahorcados en la nada
(...)
Señor
Arroja los féretros de mi sangre
Recuerdo mi niñez
cuando yo era una anciana
Las flores morían en mis manos
porque la danza salvaje de la alegría
les destruía el corazón
Recuerdo las negras mañanas de sol
cuando era niña
es decir ayer
es decir hace siglos
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
y ha devorado mis esperanzas
Señor
La jaula se ha vuelto pájaro
Qué haré con el miedo
«Dile que los suspiros del mar Humedecen las únicas palabras Por las que vale la pena vivir»
«La rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos»
«¿Qué deseaba yo? Deseaba un silencio perfecto. Por eso hablo»
«Ella es una prueba más de que la libertad absoluta de la criatura humana es horrible»
«Señor, la jaula se ha vuelto pájaro»
«Esta manía de saberme ángel, sin edad, sin muerte en qué vivirme, sin piedad por mi nombre ni por mis huesos que lloran vagando»
«Te remuerden los días te culpan las noches te duele la vida tanto tanto desesperada, ¿adónde vas? desesperada ¡nada más!»
«Una mirada desde la alcantarilla puede ser una visión del mundo, la rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos»
«¿Y si nos vamos anticipando de sonrisa en sonrisa hasta la última esperanza?»
«Explicar con palabras de este mundo que partió de mí un barco llevándome»
«Nada más peligroso, cuando se necesita ayuda, que recibir ayuda»(Ver atículo: Aristóteles Onassis)
«Escribir un poema es reparar la herida fundamental, la desgarradura. Porque todos estamos heridos»
«Inútil explicar mis silencios. En el fondo de mí hay siempre una espera primitiva de un cambio mágico»
«¿No te da miedo la locura? —¡Por favor! Es lo único maravilloso en esta sucia vida de mierda»
«Y nadie o casi nadie es amado de la manera en que yo lo deseo —exceptuando algunos perros»
«Estoy ebria de soledad, de espera, de deseos abstractos, de entidades llenas de designios mágicos. ¡Qué noche para morir! ¡Qué instante para hacer el amor!»
«Una muchacha en llamas al borde de la noche»„mi rostro? un cero disimulado»
«Como la boca llena de risa, como el sexo lleno de semen»
«Fue como darme un diploma de Neurótica honoris causa»
«Porque nadie tiene más sed de tierra, de sangre y de sexualidad feroz que estas criaturas que habitan los fríos espejos»
«Miras como yo: con los ojos y con las manos y con el sexo y con el alma mientras la memoria hecha de piel de tambor bate ritmos cada vez más urgentes, que en verdad son llamadas, que en verdad son plegarias tácitas hechas de un silencio alborotado en donde las cosas corren y mi amor corre y todo en mí es un agua precipitada, absolutamente loca y ardiente»
«Pero dentro de mí todo es tan áspero, tan espinoso»
«Me alimento de música y de agua negra. Soy tu niña calcinada por un sueño implacable»
«¿Qué soledad es ésta, llena de otro, con sus ojos y sus manos y sus cabellos poblando la aparente soledad de tu noche?»
«Fiesta de la autodestrucción —imposible, imposible cualquier cosa, todo imposible, imposible el amor, todo imposible»
«Seguirás siendo alguien muy ridícula, muy melancólica, pintoresca y graciosa durante unos minutos, fatigante y atrozmente aburrida en la convivencia diaria»
«Ahora, en esta hora inocente yo y la que fui nos sentamos en el umbral de mi mirada»
«Necesito de toda mi inocencia, de toda mi maldad para sobrellevar mi desnudez ardiente»
«Nadie más espantada que yo, más empantanada, con mis hermosos sentimientos y mi fabulosa sensibilidad»
«Porque —oh viejo hermoso Sigmund Freud— la ciencia psicoanalítica se olvidó la llave en algún lado: abrir se abre pero ¿ cómo cerrar la herida?»
«Pero hace tanta soledad que las palabras se suicidan»
«Tan extranjera, tan sin patria, sin lengua natal. Los que decían: hablaban al menos, en plural»
«Adagio japonés sobre la poesía como pintura dotada de voz»
«¡Tanta vida Señor!/ ¿Para qué tanta vida?»
«La realidad nos ha olvidado y lo malo es que uno no se muere de eso»
«Cada vez que te sonreía como dices, sentías que te ponían en tu lugar. Sin duda el sufrimiento era atroz pero también era como un retorno. La hija pródiga en la casa del tormento»
«Las palabras/ no hacen el amor/ hacen la ausencia/ si digo agua ¿beberé?/ si digo pan ¿comeré?»
«Tan dolorida, tan pero tan dolorida que se sentía estallar»
«Nada más intenso que el terror de perder la identidad»
«¿Y quién no posee un fuego, una muerte,/ un miedo, algo horrible,/ aunque fuere con plumas,/ aunque fuere con sonrisas?»
«Ese encuentro es El Poema tal como lo sueño y tal como jamás lo escribiré y tal como nadie lo escribió nunca»
«Alguien en mí se quema»
«Elevo los brazos y caigo en el vacío. ¿Qué hacer? ¿Qué vivir? ¿Cuánto? ¿Cómo? ¿Dónde? Y… ¿por qué»
«Tal vez la noche sea la vida y el sol la muerte»
«¿Cómo no me suicido frente a un espejo/ y desaparezco para reaparecer en el mar/ donde un gran barco esperaría/ con las luces encendidas?»
«Toda la noche espero que mi lenguaje logre configurarme»
«Tampoco creo en la moral: la moral es la gramática del deseo»
«Buscar. No es un verbo sino un vértigo. No indica acción. No quiere decir ir al encuentro de alguien sino yacer porque alguien no viene»
«La verdad: trabajar para vivir es más idiota que vivir. Me pregunto quién inventó la expresión «ganarse la vida» como sinónimo de «trabajar». En dónde está ese idiota»
«La soledad es no poder decirla»
«La jaula se ha vuelto pájaro y ha devorado mis esperanzas»
«Como sólo puedo amar yo: con una desesperación sin límites, sin esperanza, suicidamente, dementemente, estérilmente. como quien sueña que tiene hambre y se despierta y llora de sed como quien sueña que tiene sed y se despierta y llora de hambre»
«Cúrame del vacío»
«No [poder] querer más vivir sin saber qué vive en lugar mío ni escribir si para herirme la vida toma formas tan extrañas»(Ver artículo: Joan Miró)
«¿qué esperar?, ¿cuándo?, ¿hasta dónde?, ¿por qué?, ¿para qué? Su interior se deshacía paulatinamente como un grifo mal construido. Algo goteaba horrorosas partículas de dolor. Algo, algo»
«Merece un amor menos salvaje y temible e inútil que el tuyo»
«La muerte ha restituido al silencio su prestigio hechizante»
«El lujurioso, el voluptuoso, el lúbrico, el mórbido y el lascivo. Mi mano es el espejo de la matadora»
«Mi desorden es atroz»
«La poesía no es una carrera; es un destino»
«Freud: poeta trágico. Demasiado enamorado de la poesía clásica»
«Mi persona está herida/ mi primera persona del singular»
«Tan extranjera, tan sin patria, sin lengua natal. Los que decían: y era nuestra herencia una red de agujeros, hablaban, al menos, en plural»
«¡Siempre lo mismo! ¡Siempre hay que aparentar la posesión de un fin! ¡Siempre el camino rectamente marcado!»
«No estoy de acuerdo. Hay que luchar contra todas las injusticias. —¿Querés más injusticia que vos y yo hablando día y noche del suicidio? —Pero nosotras somos intelectuales»
«Las sombras esconden varios puntos oscuros que giran y giran entre tus ojos mi pluma retarda el TÚ anhelante mi sien late mil veces TU nombre»
«Aunque ser mujer no me impide escribir, creo que vale la pena partir de una lucidez exasperada. De este modo, afirmo que haber nacido mujer es una desgracia, como lo es ser judío, ser pobre, ser negro, ser homosexual, ser poeta, ser argentino, etc. Claro es que lo importante es aquello que hacemos con nuestras desgracias»
«Necesito prepararme. Y tengo que hacer artículos como si ya estuviese preparada. Por eso esta perpetua sensación de estar engañando»
«Una es de otra parte,/ ellos se casan,/ procrean,/ veranean,/ tienen horarios,/ no se asustan por la tenebrosa/ ambigüedad del lenguaje»
«Lo que pasa con el alma es que no se ve/ lo que pasa con la mente es que no se ve/ lo que pasa con el espíritu es que no se ve/ ¿de dónde viene esta conspiración de invisibilidades?/ ninguna palabra es visible»
«Los muebles crujen. El cuerpo. La necesidad de darlo, la de amar»
«Cuando a la casa del lenguaje se le vuela el tejado y las palabras no guarecen, yo hablo»
«Lo malo de la vida es que no es lo que creemos pero tampoco lo contrario»
"Recibe este rostro mío, mudo, mendigo.
Recibe este amor que te pido.
Recibe lo que hay en mí que eres tú."
Nota: "En los tres versos el Yo lírico está regalando algo que no hay, que no existe. Se podría también decir que se está deshaciendo de algo que nunca ha recibido. Aquí se denota una ruptura de intercambio porque en el amor correspondido existe una dinámica de dar y recibir que en este poema no puede llevarse a cabo."
"Debo decirme, por milésima vez, que solo me enamora lo imposible y lo lejano."